Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanzas; Alabadle, bendecid su nombre. (Salmos 100:4).
La palabra nos enseña que la acción de gracias nos introduce al lugar de comunión con Dios, se puede entender que la gratitud es la llave que abre las puertas y nos prepara para la alabanza y la adoración. En la naturaleza del ser humano está la prioridad en suplir sus carencias y muchas veces nos acercamos al padre solo con peticiones y necesidades; más la gratitud cambia el aroma de nuestra oración y adoración, de un ambiente de queja y lamento a una atmósfera de dependencia y confianza en el señor, sus promesas y su poder.
La acción de gracias se relaciona con la bondad de Dios, nos lleva a recordar y reconocer lo que Él ha hecho en nuestras vidas, aquellos milagros y sanidades que hemos recibido. Sin embargo, no sólo agradecemos por lo que hizo y por lo que hace, sino también por lo que Dios hará y es ahí cuando la gratitud se convierte en un acto de fe y de confianza en la fidelidad del señor. Cuando declaramos con nuestros labios lo que el señor ha hecho nuestro espíritu se fortalece y nuestro corazón se arraiga a sus promesas.
Dice el salmista en el Salmo 95:2 “Vengamos ante su presencia con acción de gracias; aclamémosle con salmos”. Cuando unimos la acción de gracias y la alabanza podremos tener acceso a Dios, a ese lugar de intimidad con el fin de adorarle. Hoy es un buen día para hacer un alto en el camino y recordar que la acción de gracias cambia nuestra perspectiva y transforma nuestra alabanza llenándola de honra hacia Dios, declarando sus misericordias para con nosotros.
Demos gracias por lo que ha sucedido reconociendo el poder de Dios y su fidelidad, seamos agradecidos por lo que Él hace para perseverar y ser fieles sin importar las circunstancias y agradezcamos por lo que vendrá para ser llenos de Fe y esperanza.